El intestino: El gran olvidado
El intestino es uno de los órganos más olvidados de nuestro cuerpo sin que tengamos presente que es allí donde se produce la mayor asimilación de nutrientes de nuestro organismo. Un mal funcionamiento del intestino y en este caso, del colon, ocasiona un sinnúmero de enfermedades que pueden conllevar a que no tengamos una óptima calidad de vida. Es por ello, que la mejor manera de ayudar a que nuestro órgano de asimilación funcione correctamente, es la prevención.
Existen una cantidad de terapias en el mercado que pueden ayudar a que este proceso de prevención sea de calidad, pero estas terapias deben ser realizadas por especialistas y adaptadas a las necesidades y actividades de cada paciente. Entre esas terapias se encuentran la hidroterapia, el ayuno y el té verde.


Comencemos por el ayuno, uno de los métodos de purificación más antiguos de la humanidad. Es bien sabido que muchas comunidades, religiosas o no, ven en el ayuno no sólo una manera de «purificar el espíritu» sino también de ayudar a que el cuerpo se libere de toxinas que se van acumulando a lo largo de los días. Un buen ayuno, organizado y adaptado a cada persona, puede contribuir como una buena terapia de purificación. Cada cierto tiempo, el cuerpo necesita limpiarse. Nuestro hígado, el colon, el estómago y nuestra sangre, cargan con el peso de días y días de, muchas veces, mala alimentación.
El té verde. Se ha hablado mucho del té verde y sus múltiples propiedades. A la par de su agradable sabor, se ha vuelto popular por los muchos beneficios que aporta al cuerpo. Es antioxidante, ayuda a perder peso, contribuye a la prevención de problemas bucales, ayuda a la circulación, previene varices…En fin, son innumerables los beneficios que aporta, algunos ya contrastados científicamente. Pero en el caso que nos ocupa, el té verde es un potente ayudante en la prevención de enfermedades del sistema digestivo y como elemento externo purificador. Debido a los polifenoles de su composición molecular, el té verde contribuye a limpiar el hígado graso, a limpiar el intestino y sus partes y a mejorar los procesos digestivos por ser un potente diurético.
Por último, como terapia alternativa, tenemos la hidroterapia. Somos 70% agua, nuestro planeta tierra está compuesto mayoritariamente de agua y es lógico que sea el agua el principal elemento que nos condicione. Son múltiples las experiencias de la hidroterapia, con agua de mar, que se están llevando a cabo en muchas partes del mundo. En centro y Suramérica, médicos y especialistas, prescriben como terapia coadyuvante, el uso del agua de mar como tratamiento para múltiples enfermedades combinada con la medicación ortodoxa. Nada que no se haya escrito antes por medio de la sabiduría de nuestras abuelas. Cuando había problemas de nasales o problemas de piel, las abuelas que vivían cerca del mar, limpiaban las fosas nasales de los bebés y niños haciéndoles aspirar agua de mar. Para los problemas de piel leves, no hay mejor cicatrizante que darse unos buenos baños de agua salada bajo el sol. Así, el agua de mar funciona como disolvente, antibiótico y bactericida. Mucho ha llovido desde que René Quinton, sabio frances, empezó a estudiar las propiedades del mar y de allí a la talasoterapia.